En el documento “Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la perspectiva de una autoridad pública con competencia universal”, presentada hoy por el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, el Vaticano aboga por tasar las transacciones financieras.
También condiciona la recapitalización de los bancos con fondos públicos “a comportamientos virtuosos y con el objetivo de desarrollar la economía real”. La Santa Sede asegura que el liberalismo económico “sin reglas y sin controles” es una de las causas de la actual crisis económica y ha denunciado la existencia de mercados financieros fundamentalmente especulativos, dañinos para la economía real, especialmente para los países débiles”. […]
“La economía necesita de ética para su correcto funcionamiento. Es necesario recuperar el primado del espíritu y de la ética y con ellos el primado de la política, responsable del bien común, sobre la economía y las finanzas”, subraya el texto. Sobre la Autoridad Pública Mundial, el documento señala que es necesaria debido a la creciente interdependencia entre los estados. “Esa Autoridad supranacional debe ponerse en marcha de manera gradual con el objetivo de favorecer mercados libres y estables, disciplinados mediante un adecuado cuadro jurídico”, señala el documento, que agrega que se trataría de “una autoridad planetaria que no puede ser impuesta por la fuerza, sino que debería ser expresión de un acuerdo libre y compartido”. […]
En el documento, el Vaticano señala también que la sociedad actual debe reconocer que con la globalización ha quedado superado el orden internacional surgido con la Paz de Westfalia de 1648, que marca el nacimiento de los estados modernos, y que esa transformación se tiene que hacer al precio de que los estados cedan de manera gradual y equilibrada una parte de sus atribuciones nacionales a una Autoridad Mundial.
“[…] La globalización está unificando a los pueblos, llevándolos hacia un nuevo 'estado de derecho' a nivel supranacional, hacia un nuevo modelo de sociedad internacional más cohesionada, respetuosa con la identidad de cada pueblo”, señaló.
Una vez más, el papado aboga por un gobierno mundial, en el que ellos mismos tendrían un papel destacado, aportando las directrices espirituales y éticas del proyecto. Hablan de “recuperar el primado del espíritu y de la ética”. ¿Recuperar? ¿Cuando ha existido tal primado? Una vez más, la nostalgia por un tiempo en el que esta entidad político-religiosa dominaba la sociedad (ver Las “raíces cristianas de Europa”: una exigencia confesional).
Los estados cederían soberanía ante esa entidad, y sin duda los ciudadanos también, como ocurre en todo proyecto de “gobernanza”. Y no es creíble que el Vaticano sea tan ingenuo como para considerar que, como afirma el documento, se está construyendo un “nuevo estado de derecho mundial”, pues todas las vías por las que discurre la globalización (económica, política, militar, religiosa, ideológica…) dirigen hacia un totalitarismo planetario en el que no se respetan las mínimas garantías. LEx