jueves, mayo 07, 2009

Guantánamo, las huellas de la tortura

Reyes Mate, profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Filosofía

El País, 2.5.09

[…] El crimen mata, en efecto, físicamente, mientras que la tortura busca la deshumanización del torturado. […] Mediante la tortura el ser humano alcanza el éxtasis del poder, a saber, expulsar al otro de la condición humana. De Guantánamo nos vino una sobria confesión que coincide con las noticias que nos han llegado de los campos nazis: "Ahora soy medio animal y dentro de un mes seré un animal del todo".

La deshumanización alcanza también al torturador. […] El funcionario de la prisión de Guantánamo podrá volver a casa, una vez cumplido el horario, y oír música, pero seguirá con la infamia que se ha ganado. La ley de obediencia debida, que invoca Obama, podrá liberarle de la condena pero no del destrozo humanitario.

Tampoco queda intocada la humanidad del espectador. El ciudadano de una sociedad con Guantánamo al fondo sólo puede vivir su vida si considera aquel lugar como un espacio marginal en el que se han suspendido excepcionalmente los derechos humanos. Un lugar así sólo es soportable a la buena conciencia si se nos presenta como un paréntesis, como una excepcionalidad.

Guantánamo es, desde luego, un lugar marginal, excepcional, extramuros de la polis estadounidense. No una cárcel, donde sí hay derechos, sino un "espacio sin ley" en el que los retenidos no son acusados de nada preciso, ni hay tribunales a los que recurrir, ni juicio a la vista, ni siquiera son declarados prisioneros de guerra sino inscritos como "combatientes ilegales". Se les priva del derecho pero no se les deja en paz, sino que quedan sometidos al albur del carcelero cuya voluntad es la única ley. […] Lo problemático de Guantánamo es que, aunque física y legalmente sea un lugar marginal o excepcional, moralmente está en el centro. Esa ciudad sin ley no se la inventaron los carceleros, sino que la decidieron los Bush, Cheney, Rice, Rumsfeld, es decir, los estrategas de una política que ha sacudido al mundo. […]

Si Obama se plantea dejar atrás el legado de George W. Bush y "colocar a Estados Unidos en el buen lugar de la historia", no le bastará con cerrar Guantánamo, cambiar la ley sobre torturas y aceptar que el fiscal general persiga a los abogados de los informes que cuadraron el círculo haciendo que actos de lesa humanidad adquirieran el rango de prácticas legales.

Reflexionando sobre la significación de Guantánamo, el politólogo italiano, Giorgio Agamben, ha llegado a decir que el campo es el símbolo de la política moderna. Es desde luego una exageración pero el exabrupto apunta en una dirección que debería dar que pensar. […]

Extractamos algunos párrafos de un artículo de Reyes Mate que conviene leer completo.

Sólo haremos un par de precisiones: la metáfora de Agamben no es tan exagerada como parecería, teniendo en cuenta que
Guantánamo sólo es la punta del iceberg, la dimensión mediática, de toda una red de cárceles secretas y flotantes del gobierno de Estados Unidos, y que cada vez hay más signos de que el mundo se dirige hacia el totalitarismo.

Pudiendo el gobierno de Bush haber ocultado a los secuestrados de Guantánamo en este tipo de cárceles, ¿por qué los ha venido exhibiendo en la base de Cuba durante tantos años? Aparte del desafío al régimen de Castro, hay que concluir que el infierno ilegal (no “limbo legal”) de Guantánamo es un experimento social realizado con los que estamos fuera. El Imperio ha venido tomando el pulso a la sociedad, a toda la humanidad, con la exhibición pública de estas prácticas fascistas. A pesar del clamor de algunos, ha habido cierto grado de aceptación, lo cual ha preparado el terreno para posibles actuaciones más atrevidas. Ojalá nos equivoquemos, pero de momento no parece que Obama, pese a sus palabras condenando la tortura, vaya a modificar esta línea (ver por ejemplo
Obama podría juzgar a los presos de Guantánamo con un sistema similar al de Bush). LEx