jueves, noviembre 13, 2008

Manuel Guerra: “A nivel eclesiástico se desconoce la situación de las sectas en España”

Religión en Libertad, 30.10.08

El pasado 25 de octubre Radio María España emitió el segundo programa “Conoce las sectas” de esta temporada. […] El primer apartado del programa consistió en una entrevista a Manuel Guerra, sacerdote burgalés experto en sectas, miembro de la RIES y consultor sobre este fenómeno en la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. […]

Preguntado por la definición de “secta”, el experto aclaró que “es una pregunta realmente difícil de responder. Todavía no se ha llegado a un acuerdo. […] Guerra proporciona los siguientes rasgos principales o definitorios: “Secta es la clave existencial, teórica y práctica (o sea, abarca toda la vida de un individuo, y las creencias) de los que pertenecen a un grupo autónomo (ya que si no es autónomo será secta la entidad mayor a la cual pertenece), no cristiano (para ser cristiano protestante basta con creer en la Santísima Trinidad, en la divinidad de Jesucristo, y aceptar el bautismo como medio de incorporación a Cristo), fanáticamente proselitista (trata de imponer por la fuerza, no sólo de exponer), exaltador del esfuerzo personal (en las sectas casi nunca se reza, es todo a base de esfuerzo, de técnicas y de recursos), y por último, espera un cambio, ya colectivo, de la humanidad (maravilloso o catastrófico), como individual (la transformación del hombre en una especie de superhombre)”. […]

El concepto "secta" no sólo es difícil de definir, sino que está cargado de connotaciones tan diversas, que si queremos aproximarnos objetivamente al tema lo primero que deberíamos hacer es desecharlo. Pero precisamente sus connotaciones negativas lo hacen muy atractivo para quienes lo utilizan como ariete contra otros grupos religiosos (pues, curiosamente, es un término muy querido por confesiones poderosas, como la Iglesia Católica Romana –ICR–; ver Iglesia Católica y sectas).

El sacerdote Guerra ofrece una definición que no sólo es interesada, sino que además confunde más que aclara. Quizá para no enfrentarse a los evangélicos, dice que las sectas no son cristianas; ¿y quién define qué es cristiano? ¿Su propia iglesia, que mantiene doctrinas tan opuestas a la Biblia
como la veneración de imágenes? Para colmo, introduce otro concepto tan polémico como el de “secta”, cual es el de “proselitismo”, una acusación de la que la ICR no se libra en territorios donde es minoritaria y quiere abrirse camino.

La definición también es contradictoria: según él, un criterio para identificar una secta es que se trata de un «grupo autónomo», pero a continuación acepta que el grupo pueda no ser autónomo: «si no es autónomo será secta la entidad mayor a la cual pertenece». De modo que identificarlo o no como autónomo no orienta en absoluto sobre su presunto carácter sectario. ¿No estará Guerra tratando aquí de excluir de la etiqueta de secta a grupos romanistas como el Opus Dei, tan frecuentemente acusados de serlo? Es más que probable, pues en tales casos uno de los argumentos con que los defienden es que no son grupos autónomos, sino que al estar sometidos a la jerarquía católica, reciben legitimidad y control por parte de una organización que, según ellos, no es sectaria.

Otra contradicción: este coleccionista de sectas dice que en ellas «casi nunca se reza», pero luego no tendrá reparos en incluir en su lista a grupos como los Hare Krishna, caracterizados por sus continuas plegarias.

En realidad, cualquiera que guste de blandir la etiqueta de secta para otros, podrá ver cómo esta arma se vuelve en su contra. Así, ¿no cree Guerra que su propia fe católica «abarca toda la vida de un individuo, y las creencias»? ¿Y qué confesión hay en Occidente más «exaltadora del esfuerzo personal» que el catolicismo, con sus penitencias, procesiones, indulgencias, obras meritorias, etc.? LEx


Manuel Guerra también comentó en la entrevista el documento que publicó la Santa Sede en 1986 sobre el fenómeno de las sectas, fruto de un intenso trabajo compartido por varios dicasterios romanos. […] “Las sectas deben ser una exigencia de más santidad personal, más apostolado, y sobre todo, más unidad en torno al Papa y a los obispos en comunión con él”. […]

Curiosamente, Guerra no ha introducido en su penosa definición una de las características que más suelen atribuirse a las “sectas”: el protagonismo de un líder carismático infalible. Obviamente, sería otro rasgo más que se volvería en su contra, sobre todo tras su apelación a la unidad en torno a un simple mortal (ver ¿Quién es el Santo Padre?). LEx

En el año 2000 la secretaría de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales “envió una encuesta a todas las diócesis españolas. Varios meses más tarde, se elaboró un informe a partir de las respuestas. […] Este informe inventariaba solamente 55 sectas, pero las diócesis que respondieron […] no eran aquellas en las que hay una mayor implantación de sectas en España, a saber, Barcelona y su entorno, la Comunidad de Madrid, la costa levantina y andaluza y las Islas Canarias”. […]

Resulta inquietante que una organización tan poderosa e influyente como la ICR se dedique a hacer listas negras de organizaciones “sectarias”. ¿Para qué quieren esos inventarios? LEx