El País, 22.11.09
Herman Van Rompuy […], recién elegido a sus 62 años presidente permanente de la Unión Europea, es hombre decidido, de pocas, pero definitivas palabras […] Es un hombre cerebral, de personalidad poliédrica, paradójico, relativista y cínico. ¿No dijo aquello de que “hay que guardarse los principios para las grandes ocasiones”? […] Educado en los jesuitas, licenciado en filosofía, doctorado en economía dice tener a timbre de honor que le llamen jesuítico. Lo que para otros es sinónimo de hipocresía y doblez, para él lo es de culto a la razón.
Intelectual católico, Van Rompuy tiene publicado el libro El cristianismo, un pensamiento moderno […]. Quienes le conocen le tildan de misántropo frustrado y, espiritual hasta la médula, suele retirarse tres o cuatro veces al año a un monasterio. […]
Porque santo, Van Rompuy no es. Maquiavélico no poco, como revela su propio rostro de aguda mirada azul y sonrisa mefistofélica. Llegó a primer ministro tras empujar al precipicio a Yves Leterme mediante la filtración de una carta que daba cuenta de las presuntas presiones del entonces jefe del Gobierno sobre los jueces en relación con la crisis de Fortis, el gran conglomerado bancario belga aplastado por el marasmo financiero de 2008.
La justicia acabó por absolver a Leterme de las acusaciones de haber asesinado a Montesquieu […].
“Espero con impaciencia su primera llamada”. La primera llamada de Barack Obama. Van Rompuy fue el primero en responder a la pregunta a bocajarro de a quién podría llamar ahora Estados Unidos cuando quisiese hablar con Europa. […] Es la famosa pregunta de Henry Kissinger que siempre ha obsesionado a la Europa de voces y cabezas siempre cambiantes. […]
Van Rompuy ocupa el nuevo cargo supremo de la política comunitaria. Habrá que estar atentos al margen de maniobra real de esta nueva institución. De momento, el perfil de quien la ocupa resulta de lo más inquietante. Si nos atenemos a sus palabras, le veremos actuar sin principios en la mayoría de las ocasiones.
Todo apunta además a que se trata de un auténtico cristianista, como confirman sus declaraciones referidas a la pretensión de Turquía de entrar en la UE: «Las raíces de Europa son cristianas. Un Estado musulmán, más grande que ningún Estado europeo, no puede formar parte de nuestra Unión» (cit. por J. P. Quiñonero, ‘ABC’, 21.11.09). El Vaticano tendrá por tanto un buen aliado en su batalla confesionalista por las “raíces cristianas” del viejo continente.
Y la otra pata del Eje Washington-Vaticano, encabezada por Obama, parece que también está recibiendo los honores correspondientes por su parte. LEx