El País, 16.4.09
Aquellos que utilizaron la tortura como método de interrogatorio durante los años de Gobierno de George W. Bush no serán perseguidos por la justicia. Con esta decisión, y con la publicación de una serie de memorandos que revelan el razonamiento legal que se usó para justificar tácticas que se equiparan con la tortura durante 2002 y 2005 contra militantes de Al Qaeda en las prisiones secretas que EEUU tenía en el exterior, Barack Obama dio ayer un paso más para cerrar lo que consideró "un oscuro y doloroso capítulo" de la historia norteamericana.
Según declaraciones del presidente de Estados Unidos, las técnicas de tortura como la simulación de asfixia, "minaron nuestra autoridad moral y no hicieron a Estados Unidos más seguro". Para Obama, quienes realizaron estos interrogatorios "actuaron de buena fe basándose en las opiniones del Departamento de Justicia", por lo que no serán sujetos de ninguna acción legal.
El debate interno hasta llegar a esta decisión ha sido intenso, según fuentes de la Casa Blanca. "Es hora de reflexionar y no de castigar" […]. "Sería injusto procesar a los entregados hombres y mujeres que trabajaban para proteger América por una conducta que fue autorizada por el Departamento de Justicia", manifestó el fiscal general del Estado, Eric Holder. […]
El presidente declaró haber autorizado la publicación de los documentos para evitar "una descripción imprecisa de lo que ocurrió", lo que, en su opinión, "alentaría presunciones erróneas e inflamatorias de las medidas adoptadas por EEUU". Pero insistió en que en momentos de grandes desafíos y falta de unidad, "no se gana nada al invertir tiempo y energía en asignar culpas por lo que pasó". […]
Las tácticas empleadas van desde el tristemente método conocido como waterboarding o asfixia simulada hasta usar un collar de plástico para mantener a los detenidos sujetos por el cuello a los muros de las celdas de interrogatorio. […] Aquí se muestra el auténtico rostro, menos fotogénico que el de la propaganda habitual, de la administración Obama. Por encima de los derechos básicos de la persona, están la “autoridad moral” y la “seguridad” de su país. Sobre las torturas cometidas lo único que hay que hacer es “reflexionar” (las víctimas tuvieron que hacerlo debajo del agua o atrapados en un collar). A los terroristas de la CIA que las aplicaron se les dota de impunidad con un argumento que atenta contra el más mínimo sentido de la justicia: los responsables están en el Departamento de Justicia. Así se consagra el típico principio dictatorial y anticonstitucional de “obediencia debida”, y se elude lo que, aun dentro de su razonamiento, sería obvio: que se procese entonces a las autoridades de Justicia.
Según Obama, con asignar culpas “no se gana nada”. Lo que “se ganan” son nuevos episodios de este tipo, que sin duda seguirán repitiéndose al amparo de la impunidad garantizada por el propio presidente. LEx