Interesante análisis, que en esta Era Neorreligiosa en que nos adentramos se puede aplicar también a la ilustrada Europa, donde también se aprecia el seguidismo a líderes carismáticos, y en especial al papa (que en este sentido no tiene rival en el mundo). LEx
Hay una cierta tónica de elementarismo fundamentalista cuando habla de la centralidad de Cristo hasta en las cuestiones sociales y culturales, lo que seguramente dificultará el diálogo inter-religioso. Es una teología sin el Espíritu, pues todo queda reducido a Cristo, reduccionismo que en teología se llama cristomonismo (la «dictadura» de Cristo en la Iglesia).
Como si no existiese también el Espíritu, que también está en la historia y en los procesos sociales suscitando verdad, justicia y amor. […]
Que Benedicto XVI hable de la centralidad de Cristo no quiere decir que la institución que dirige represente, ni en su pensamiento ni en su acción, esa centralidad; el hecho de que Boff asuma acríticamente que así es demuestra, una vez más, que la teología de la liberación no dista mucho del oficialismo vaticano.
Por otro lado, el párrafo abunda en disparates teológicos, pues: 1. Cristo (el auténtico) es Señor de la iglesia (de la auténtica); es inconcebible presentarlo como “dictador”, aun para refutar el papismo; 2. El Espíritu Santo es representante del propio Cristo, no un posible competidor, como casi parece que lo presenta Boff; 3. Para el cristiano Jesús lo es todo, lo cual ni margina al Espíritu, tan divino como él, ni tiene que entorpecer el auténtico diálogo interreligioso (el problema es que lo que Boff defiende es en realidad el sincretismo; ver Ecumenismo humanista). LEx
Es teológicamente frágil la tesis de que se necesita confesar explícitamente a Dios para construir una sociedad justa. Los antiguos Estados Pontificios niegan esta tesis, así como la España de Franco y el Portugal de Salazar, que afirmaban públicamente a Dios y mantenían la tortura y la pena de muerte.
Agudo comentario crítico. También mantenían la unidad de la iglesia y el estado. LEx
Lo que se necesita es un consenso ético y una apertura a la trascendencia, dejando abierta la definición de su contenido, como por lo demás hacen los Estados modernos.
Resulta un tanto ambiguo este comentario: los estados modernos, en cuanto estados, ni se abren a la trascendencia ni deben hacerlo; otra cosa es que respeten desde su neutralidad que los ciudadanos opten por esa apertura. LEx
Estas insuficiencias teóricas hacen que su discurso resbale fácilmente hacia el moralismo y el espiritualismo. Melancólicamente vuelve siempre al mismo estribillo: no a los anticonceptivos, no al divorcio, no a la unión homosexual, no a la modernidad, y sí a la familia tradicional, sí a la rígida moral sexual, sí a la disciplina.
Esos demasiados «noes» vuelven antipático el mensaje, como si no hubiese otros temas urgentes a tratar. […]
Mientras estos teólogos de la liberación sigan sin entender la estrategia papal, muy pobremente se pueden presentar como alternativa a la misma (ver Hans Küng no se entera). Ratzinger no está en una nube hablando de sus rancias obsesiones sempiternas, sino que recurre a ellas como mecanismo para mostrar su fuerza al mundo: insistiendo en dogmatismos absurdos o en normas morales que el propio jefe de la Iglesia Católica Romana sabe que pocos seguirán, el papado (que por otro lado ha modificado sustancialmente sus planteamientos teológicos a lo largo de la historia) se presenta como inmutable y, por tanto, digno de confianza y de autoridad. Por eso mismo nunca abolirá el celibato sacerdotal ni aceptará el sacerdocio femenino o los anticonceptivos. Boff no comprende que su iglesia es ante todo una estructura de poder, y que cualquier otra variable, incluso la popularidad o el deseo de contemporizar, está sometida a este esquema. LEx
Al papa le pasó desapercibida la nueva centralidad que no es discutir la misión de la Iglesia en sí, sino el futuro de la Tierra y de la Humanidad, y
ver en qué medida la misión del catolicismo puede ayudar a garantizar el futuro, sin el cual nada se sostiene.
Lógico, pues el papado está preocupado por su propio futuro como estructura de poder. Lo sorprendente es que Boff todavía esté esperando un cambio. Aparte de que, si es cristiano, debería saber que el futuro está en manos de Dios, no de la habilidad de los hombres para salvar el planeta. LEx
El catolicismo brasileño y latinoamericano, si quieren estar a la altura de los tiempos actuales, necesitan del coraje que tuvieron los
primeros cristianos: dejaron el suelo cultural judaico del Jesús histórico, y se insertaron en el suelo pagano helenista. De esa inserción nació el cristianismo actual, expresión no del Antiguo sino del Nuevo Testamento.
Necesitamos un catolicismo de rostro indo-negro-latinoamericano, no contra, sino en comunión con el romano.
Los primeros cristianos se insertaron en el mundo pagano como amigos de los gentiles y misioneros ante las naciones, no para realizar una síntesis sincrética con el paganismo, que es rechazado radicalmente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Sí es cierto que las generaciones siguientes asimilaron no pocas creencias y prácticas paganas, lo cual supuso no un enriquecimiento, sino una traición en toda regla al mensaje de Jesús y de los apóstoles. El principal heredero de esta corriente es el catolicismo romano, con el cual Boff se siente en comunión, si bien le parece todavía poco pagano, dado que hace años que este teólogo aboga por la espiritualidad anticristiana de la Nueva Era. LEx