Un reducido grupo de teólogos disidentes hizo el lunes un no intencionado pero significativo aporte a la causa de beatificación de Juan Pablo II al anunciar en una conferencia de prensa su pública oposición contra la canonización del Papa Wojtyla. […]
Los disidentes presentaron siete puntos según los cuales Juan Pablo II no debería ser canonizado; entre ellos:
“La tenaz oposición a considerar, a la luz del Evangelio, la ciencia y la historia, algunas normativas de ética sexual”;
La “dura confirmación del celibato eclesiástico”;
El rechazo a “discutir en forma seria y profunda la condición de la mujer en la Iglesia”;
La “no aplicación” de imaginarias “normas establecidas por el Concilio Vaticano II para una mayor democracia interna”;
La “represión” de los teólogos de la liberación marxista en América Latina. […]
Las críticas, que los disidentes han anunciado presentarán oficialmente ante los responsables del proceso de beatificación; serán contrastadas con las decenas de miles de testimonios favorables al Papa Wojtyla por los canonistas expertos […].
El titular de esta noticia difundida por la agencia ultrapapista ACI, a pesar de contener cierta sorna, no puede ser más cierto. Por muy progresistas y abiertos que sean estos teólogos católicos, es evidente que criticando esta canonización, aprueban el hecho de que la Iglesia Católica Romana pueda dictaminar quiénes son “santos” y quiénes no, decidiendo qué lugar ocupan en el más allá. Es triste que estos “disidentes” pequen de lo mismo que pretenden criticar, y tengan incluso su propio santoral liberacionista.
La noticia oculta que también alegaron contra la canonización «las oscuras implicaciones del banco vaticano en la quiebra del Ambrosiano» y el «asilamiento eclesial» que impuso a Monseñor Romero, mientras «condescendía» ante regímenes como el de Pinochet (‘Religión Digital’, 6.12.05). Ignoramos si incluyeron otros aspectos como la reciente connivencia con el gobierno de George W. Bush (ver El eje Washington-Vaticano). LEx